ESTA HORA ES MÍA

Seguro que muchos si pudiérais pedir un deseo, entre otras muchas cosas, sería que el día tuviera 48 horas en lugar de 24. Yo he apretado los puños y he cerrado los ojos esperando que eso pasase, aunque lógicamente, sé que es imposible. Por ello, sabiendo que cuento con los tiempos y minutos que hay y ni uno más, intento apurar y estirar el día todo lo posible para cumplir con los quehaceres diarios y no morir en el intento. 
Poco a poco me he ido dando cuenta de que merece más la pena acostarse a una hora decente y madrugar, aun cuando siempre he sido un búho y sé que por las noches yo trabajo mejor porque hay menos ruido..., pero últimamente estoy comprobando que las primeras horas del día son las más fructíferas. Así además, sé que si me acuesto a una hora decente dormiré las horas necesarias para poder rendir y no parar el resto del día y no ir como un zombie arrastrándome con cada paso que doy.
Sin embargo, sí que hay algo que desde hace unas semanas estoy intentando cumplir a rajatabla, y es como dice el reloj de la imagen del post, reservar una hora para mí y sólo para mí. No sé si os pasa que estamos tan conectados a todas horas a todo medio tecnológico (smartphones, ipad, ordenadores...) que vivir unos minutos sin ellos parece casi un milagro o algo impensable...
Por ello, siempre reservo una hora de mi día de desconexión absoluta para dedicarme tiempo a mí. Durante esos momentos está prohibido mirar el móvil, cualquier aparato tecnológico y más  aún contestar llamadas. Así se evita la situación de estar hablando por teléfono con un proveedor a las 21h y pegarte dos horas al teléfono mientras tu marido está esperándote para cenar. ¿Qué pasa? Pues que al final tu marido cena solo y tú, en lugar de dormir tranquila le das vueltas a algo que no puedes solucionar en ese instante y para lo que es preciso esperar al día siguiente... Conclusión: para esos casos mejor hablar por la mañana a primera hora y todo solucionado.
En esa hora que es sólo mía da igual lo que haga: dar un paseo, recoger la cocina, poner el lavavajillas, ir a comprar chucherías o ir al Mercadona!... Tampoco olvidar dedicar nuestro tiempo a nuestros seres queridos que a veces con la vorágine del día a día no es tan fácil. Lo importante es airearse un poco de tanta onda e invertir ese tiempo en otras cosas. Los whatsapps, mails y llamadas en ciertos momentos, pueden esperar. Pensar y reflexionar también es otra buena opción, de hecho, este post surgió de esa hora de desconexión absoluta en la que como me sentía tan bien me dije "esto lo tengo que compartir con mis lectores"... Y si por lo que sea un día no puedo disfrutar de una hora entera de desconexión... la fracciono y solucionado, pero desde que lo hago os aseguro, que me siento mejor! :)
¿Y vosotros, soléis desconectar?  ¿Os cuesta hacerlo?

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