Quedan dos días para mi cumpleaños y siempre, las semanas previas, algo se va removiendo en mi interior. No me digáis qué es, porque no sé explicarlo muy bien y de hecho, creo que no sabría plasmarlo. Tendríais que quedar conmigo para tomar un café con leche bien calentito y ver cómo se me iluminan los ojos mientras os cuento mis reflexiones personales que probablemente, sean muy parecidas a las tuyas.
Sí, porque al final, aunque todos somos diferentes, todos sentimos, vivimos, respiramos y en definitiva, nos emocionamos. Somos en el fondo más simples y sencillos de lo que pensamos y necesitamos menos de lo que pensamos para ser un poquito más felices día a día.
Quería hacer este post en un momento en el que estuviera en calma y en tranquilidad, pero la de verdad, no la de la vorágine del día a día en la que sacamos 15 minutos para nosotros y ya nos parece la panacea. Así, son las 6 de la mañana del sábado 17 de noviembre y aquí estoy, frente a vosotros escribiendo estas líneas. Me he desvelado y como ya no podía dormir más, me ha parecido un buen momento para escribir este post más personal.
He retrocedido al finales de 2013 en mi lista de Spotify para poner una canción muy especial para mí que sé que me haría remover algunos sentimientos y sí, me ha puesto mi interior patas arriba, pero sin duda para mejor. Es curioso porque esa búsqueda ha sido intencionada.
Esa canción supuso un chute extra de motivación y energía en un momento determinado de mi vida y creo que necesitaba escucharla de nuevo. Cada vez que la escucho en algún lugar, me emociona tanto y me remueve tanto, que siempre acabo derramando lagrimitas... ¡y hoy no iba a ser menos!
El otro día le comentaba a mi amiga Goretti que en parte me asusta el paso del tiempo, no en el sentido de cómo se refleja en nuestro rostro o en nuestro cabello, y aunque tener más canas no me haga ninguna gracia, lo que me aterra es sentir que el tiempo se esfuma frente a nosotros, sintiendo que cada día que pasa hemos agotado momentos y situaciones para estar con personas que queremos y que por eso tenemos que aprovechar cada segundo de esta maravillosa vida.
Maravillosa vida sí, porque aunque con Goretti las dos adoramos la vida, sabemos que hay muchas piedras en el camino y que a veces llegan todas de golpe, ¿verdad amiga?
En un curso que hice de Mindfulness el otro día la profesora comentaba que al final si sumábamos por horas todos los momentos de felicidad de nuestra vida como por ejemplo nuestra boda, el nacimiento de nuestro hijo, el momento en el que paso esto o aquéllo..., no salían excesivas si comparábamos con las horas que habíamos vivido. Ese experimento de anotar las horas de felicidad en una libreta y llevártelas a la tumba me pareció un poco "macabro", en el sentido de que ahora mismo, mientras escribo este post, yo estoy siendo igualmente feliz. El fondo de la su explicación era ese, que siempre esperamos o anhelamos momentos para ser más y más felices y quizá, podemos en cada momento intentar sonreír y sacar la parte más positiva de las cosas, aun sabiendo que cada día tiene sus momentos malos y que la vida no es sin duda un camino de rosas...
Sigue sonando en bucle la canción que os comentaba y me doy cuenta que desde entonces, han pasado muchas cosas... ¡en 5 años imaginaros! Pero me gusta lo que he ido construyendo en este tiempo. Me gusta en lo que me estoy convirtiendo, el giro que ha dado mi vida y sobre todo, el giro que ha experimentado mi interior.
Quien me conoce me dice que desde que medito y hago yoga estoy más calmada, más tranquila, más serena. Claro que eso influye, pero yo creo que fue cuando perdí a mi padre cuando establecí una lista de prioridades en mi vida y con ella, también de valores.
Valores que si tienes vas a formar parte de mi círculo y que si careces de ellos, no voy a tener tanto interés en verte o en quedar contigo.
Así de simple y así de fácil. Como decía antes, el tiempo es tan valioso que tenemos que invertirlo en momentos, personas y situaciones que nos aporten valor, que nos sumen.
A dos días de mi cumpleaños me encuentro serena, calmada, más segura y sobre todo, más feliz. He aprendido a quererme un poquito más y a comprenderme, a respetarme y a no fustigarme cuando algo sale mal. A saber darme premios y ánimos interiores de vez en cuando en plan "venga, que lo estás haciendo bien".
Siento como no soporto las injusticias, las personas sin valores, sin modales y las que están más pendientes de vivir la vida de los demás en lugar de la suya propia, ¡no saben lo que se están perdiendo y la energía que están malgastando!
Siento que no soporto las quejas constantes ni las malas caras. Todos tenemos días malos, muchos problemas, pero la actitud es la que determina nuestro día a día y nuestra relación con los demás. Esto me lo aplicaré yo también los días que tengo más malos, en los que por supuesto también me quejo y pongo peores caras, que no soy perfecta.
Siento que quiero vivir al máximo, exprimir cada momento hasta el infinito y dejarme llevar por la esta aventura llamada vida. Planificar seguiré planificando pero en mis momentos de relax tiendo a dejarme llevar y eso también... ¡me fascina!
Siento que quiero seguir descubriendo otras culturas y formas de vida que me abren la mente y la mayoría de las veces me hacen sentir muy afortunada por la vida que tengo. Siento que quiero seguir viajando y descubriendo, mi gran placer y hobbie.
Siento que quiero que el sol me siga dando en la cara (con mucha protección solar, ya sabéis), sintiendo el aire, la lluvia, sintiéndome viva, en definitiva.
Siento que quiero abrazar, besar y sonreír a la gente que más quiero. Mucho y muy fuerte.
Siento que quiero brindar por la vida, porque me siento afortunada de poder levantarme en la casa de mis sueños, con la persona que más quiero, dedicándome a lo que más me gusta y estando rodeada en el camino de gente que vale mucho.
Siento que después de haber escrito este post estoy emocionada, feliz y con ganas de todo, sobre todo con ganas de vivir mucho y más. Estos días previos seguiré escribiendo para mí con cosas por las que quiero dar gracias, cosas que quiero mejorar y otras que podría cambiar, dándome un tiempo.
Durante mi año hay bastantes puntos de inflexión para parar y pensar y este es uno de ellos. No sólo en año nuevo o en septiembre podemos escribir, soñar y anhelar nuevas metas :)
Como siempre digo, la manera en la que afrontarnos las cosas depende más de nuestra actitud que de las circunstancias.
Gracias por estar ahí otro año más, por leerme y por dejarme abrir mi corazón con vosotros. Sé que os gustan este tipo de post y hacía muchos días que no escribía de esta manera tan personal. Prometo hacerlo más porque eso me hace también sentiros más cerca para mí sois muy importantes.
Finalizo este post con estas fotos que tanta paz me transmiten, en mi hogar, en mi zona de trabajo, mi espacio soñado y que por fin se ha hecho realidad. ¡Qué felicidad me trae trabajar y escribiros desde aquí! :)
Por cierto, la estantería por la que preguntáis es de
Banak.
¡Un beso enorme y gracias por estar allí!