Ha llegado agosto y como siempre, tengo la sensación de que el verano es la estación que más rápido se me pasa con diferencia, no sé si tú tienes esa misma sensación. No es nada nuevo, año tras año sucede lo mismo y digo lo mismo, y este, no iba a ser menos.
Desde que llegó, he intentando disfrutarlo y saborearlo al máximo, a veces lo consigo y otras no, a veces me sale mejor y otras, me sale peor o directamente, no me sale, porque sí, no siempre se está bien y se disfruta la vida al máximo, no somos una taza de Mr. Wonderful con una frase motivadora tatuada para recordárnoslo...
Sin embargo eso es la vida, surfear la ola y aceptar que no siempre todo es bueno, pero que hay muchísimos momentos buenos. Muchos. Y que mientras esperamos las ansiadas vacaciones podemos seguir disfrutando, sintiendo y viendo atardecer, aunque sea desde nuestra terraza.
Todos necesitamos esos momentos de parón, de bajar revoluciones, de aburrirnos, de NO HACER NADA, ¿verdad? ¡Ay, el no hacer nada! Está un poquito demonizado, pero te cuento un secreto: es la mejor de las terapias.
Es entonces cuando descansas, reconectas, tus niveles de cortisol bajan drásticamente y recuperas por un momento, la calma y la paz.
Nadie dijo que fuera fácil, pero inténtalo, un ratito solo para ti sin estímulos externos: ni libros, ni móviles, ni nada de nada. Sólo tú. Contigo mism@. Ya verás, ES SANADOR.
A mí este año me ha dado por la lectura. Tanta pantalla me hace querer cambiar y querer pasar las páginas de un libro. Ese tacto, el olor de un libro nuevo o de alguno que estaba cogiendo polvo en la estantería, o incluso, prestado.
Ya te contaré al final del verano mis lecturas, mientras tanto, sigamos surfeando la ola.
¡Feliz mes de agosto amigos!
